Ponencia de Ana Garralón, V Seminario Bienal de Bilingüismo «Iberoamérica en los libros infantiles» Annantalo, 4.10.2019*
Quiero dar las gracias a Laura, por su empeño en traerme y por la cortesía con que ha organizado todo.
Pero también quiero agradecerles a ustedes su presencia y comentar que me hace mucha ilusión que tal vez, después de mi recorrido literario, algunos de ustedes descubran nuevos autores y libros.
Intro
Tal vez muchos de ustedes ya conozcan algo de la producción. Para esta charla he hecho una selección muy personal. He basado mis criterios en obras leídas que me han parecido interesantes pero también he consultado páginas web de referencia: libros premiados o seleccionados por comités de lectura, premios nacionales o particulares, menciones especiales. Cuando un libro destaca, es raro que pase desapercibido, pero creo que debería comenzar este recorrido hablando un poco sobre algunas particularidades de la edición en nuestros países de habla hispana porque hay patrones que se repiten tanto en la producción como en la difusión y comercialización.
En líneas generales, la edición de libros para niños y jóvenes en Iberoamérica (me permito este término que engloba España y la América Latina hispanohablante), está marcada por 7 aspectos:
- Una supervivencia a dictaduras, violencia, guerras civiles, etc.
- Democracias frágiles en los que el acceso a la cultura está restringido debido a:
- Ausencia de políticas de fomento de la lectura
- Falta de apoyo e incentivo a la industria
- Escasez de bibliotecas
- Un predominio de libros para niños y jóvenes de carácter pedagógico.
- Los editores, en muchas ocasiones, trabajan enfocados casi exclusivamente a la escuela y a las compras estatales.
- Alto precio de los libros. En Chile, por ejemplo, todavía tienen un 19% de iva.
- Gran complejidad en la comercialización debido a las enormes distancias, a las trabas aduaneras, a la complicada (y bella por otro lado) geografía, así como a los reducidos puntos de venta. Se da el caso de escritores cuyas obras no traspasan nunca las fronteras de su país, pero también autores que publican en otros países (por ejemplo, España) y no verán estos libros en sus países de origen debido a esta deficiente distribución.
- Las editoriales pequeñas y/o independientes viven en un laberinto en el que tienen que producir frente a grandes grupos editoriales con estructuras más eficaces.
- También, frente a este panorama lleno de retos, aparece un claro interés por dar a conocer los libros más allá de las fronteras nacionales. Premios, ferias, compras gubernamentales, blogs y revistas digitales, están haciendo el esfuerzo de presentar la rica producción de variados países.
Por otro lado, el tema de esta charla me hizo preguntarme una vez más si se puede responder a la pregunta: ¿existe una literatura infantil iberoamericana? Como no tengo la pretensión de liarme ni liarles a ustedes con discusiones que son más propias de un congreso especializado, sí me voy a permitir trazar algunas líneas generales para que puedan tener una aproximación a temas y tendencias que compartirían la mayoría de los países, en especial, en la narrativa y el libro ilustrado. Las he agrupado en cinco bloques.
- Uno de los asuntos más importantes, en especial en los países de América Latina, es el rescate de las tradiciones de culturas autóctonas a través de leyendas y mitos. Muchos escritores contemporáneos –con más o menos habilidad- han reescrito o versionado historias que circulan a través de la oralidad. Además, muchos escritores se han inspirado en sus ficciones en personajes o motivos típicos con la intención de poner en manos de niños letrados libros que les conecten con aspectos históricos, rurales o de la naturaleza de su país.
- El segundo gran grupo es el de la fantasía. Aquí España, como decimos coloquialmente, se lleva la palma: un 65% de la producción es del género fantástico. En América Latina también hay una clara preferencia por lugares encantados, animales mágicos, y sucesos extraordinarios.
- El tercer gran grupo está dedicado al género histórico, en especial a la historia pasada con protagonistas que permiten a los lectores de hoy ser un niño en tiempos de la colonia, o la conquista, o en cualquier momento que tenga que ver con la historia patria. Más escasos son los libros dedicados a temas históricos cercanos en el tiempo. Los autores que han elegido hablar de, por ejemplo, la guerra de las Malvinas, se exponen a no ser muy recomendados por la cantidad de heridas abiertas que todavía están presentes en la sociedad.
- La historia contemporánea va de la mano de la política, y también, poco a poco, algunos autores se inspiran en sus libros en temas como dictaduras militares, secuestros familiares, niños robados, o situaciones políticas que se repiten en numerosos países.
- Otra línea temática presente en los libros es la de las cuestiones sociales, libros con los que se quiere sensibilizar en asuntos como las migraciones o los desplazados, el reflejo de las sociedades urbanas y sus problemas, los marginados económicos, los niños de la calle, o un gran grupo de libros sobre los conflictos familiares en la vida moderna: divorcios, adopciones, la muerte, nuevos modelos sexuales… todo un bloque de libros que se ha dado en llamar “libros perturbadores” pues enfrentan a los lectores a crudas realidades, muchas veces sin filtro. Son libros que rompen tabúes respecto a los temas “adecuados” para niños.
Y ahora, sí
Este marco, que resulta amplio y sin dudas incompleto (también hay libros de humor, de terror, y hasta de ciencia ficción), me sirve para situar el trabajo de los escritores que, en muchos casos, deben producir de manera desaforada si pretenden vivir de su trabajo, y se resignan en muchos casos a ser conocidos únicamente de manera local. Pero también tienen que estar frente a sus lectores, esos niños y jóvenes de los que todos sabemos poco y que, en ocasiones, tienen sus gustos y preferencias cambiantes. Me gustaría traer la anécdota de un escritor argentino, Hernán Casciari, sobre su experiencia como padre (y escritor) frente a sus propios hijos:
Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: «No importa. Que lo llamen al papá por el móvil.»
Es un ejemplo muy gracioso, pero significativo para pensar en el lugar moderno del escritor: una persona consciente de que los niños buscan historias modernas, que quieren que la literatura refleje esa modernidad, y atraído por lectores que pueden estar en su país o en otro colindante (sobre el tema de las dificultades lingüísticas del español no voy a entrar en esta charla), pero también consciente de que muchos temas locales jamás traspasarán las fronteras de su país, e incluso que libros de corte más moderno puede que no sean entendidos por niños de otros países.
Quizás los libros que están viajando de manera más rápida son los libros álbum, los libros ampliamente ilustrados apreciados por sus hermosas imágenes y ediciones en muchos lugares. Algunos de ellos vamos a ver aquí.
Bien, pues en este marco, decía, quisiera justificar mi selección de libros. Para no hacer de esta charla un inútil listado de títulos y autores, he elegido aquellos temas que me interesan profundamente y que, creo, pueden coincidir con las inquietudes de ustedes. Los temas que he destacado son los que tienen que ver con cuestiones políticas contemporáneas, con asuntos sociales cuyos entornos podemos reconocer, con miradas sobre el país o su cultura. Libros, en fin, que nos permitan ir más allá del texto en busca de respuestas a los numerosos interrogantes que suscitará su lectura. Libros, también, que nos acercarán a la complejidad de determinadas sociedades o nos den ganas de conocerlas mejor.
He ordenado mi selección por países. Es una clasificación como otra cualquiera, pero me da la libertad de establecer diálogos interesantes entre ellos.
Empezaremos de sur a norte.
Argentina
De Argentina he elegido varios libros de temas muy actuales. Uno de los libros más conmovedores y con el que su autora da un paso adelante en mostrar realidades complejas, es El mar y la serpiente, de Paula Bombara. Paula es científica de formación y su currículum vital incluye la experiencia de haberse mudado de pequeña a otra ciudad por la militancia política de sus padres, y cuyo padre está, todavía hoy, “desaparecido”. Esta primera novela suya causó un gran impacto pues por primera vez se les contaba a los jóvenes la historia de una niña cuyos padres son detenidos por la policía militar y, aunque la madre regresa después de un tiempo de torturas, el padre nunca lo hizo. Esta niña, que parece muy pequeña para entender lo que ha ocurrido, da voz y presencia a una realidad que nunca antes se había mostrado a los lectores argentinos. La protagonista de esta historia interroga a la madre en busca de respuestas que nadie puede darle y, se embarca en una investigación por su cuenta para aliviar sus dudas. Por último, se atreve a hacer una redacción escolar explicando qué pasó con los 30.000 desaparecidos por los que nadie responde. Y dice así:
“Hoy nos faltan 30.000 personas con nombre y apellido.
30.000 es un montón de gente”
La obra fue seleccionada por la IJB (Internationale Jugendbibliothek) de Múnich como White Raven en el año 2006.
Un libro que busca derrotar el olvido a través de una prosa impecablemente literaria. Las tres etapas por las que pasa la niña protagonista se reflejan en tres capítulos titulados: La niña / La historia y la decisión. El duelo, la tragedia, las mentiras tantas veces contadas, la dificultad de hablar sobre un tema tan presente en la vida de tantas familias argentinas se muestra aquí con una narrativa que no deja indiferente a ningún lector.
En una situación similar parece estar Camilo, el protagonista juvenil de Los sapos de la memoria, de Graciela Bialet. Camilo tiene 17 años y durante muchos pensó que sus padres le habían abandonado cuando tenía 3. Los dos relatos que se entrecruzan son el de un adolescente que ha vivido siempre con su abuela burguesa, quien le cuenta que su mamá le abandonó en un canasto, y el de la pesquisa sobre el paradero de sus padres, cuando lee el informe conocido como “Nunca Más” sobre los desaparecidos, y empieza a percibir la dolorosa verdad. Mientras Camilo ha podido visitar la tumba de su padre, la ausencia de un lugar para llorar a su madre, se convierte en un auténtico duelo cuando descubre su nombre en la lista de desaparecidos. Graciela Bialet entrecruza la prosa principal con unas columnas donde los lectores reconocen otras voces que van armando, poco a poco, el puzzle de la identidad en el que Camilo ha vivido durante tantos años.
Para ordenar un poco lo que la ficción presenta a su manera y a pedacitos, me gustaría recomendar un libro informativo sobre uno de los aspectos que tuvo la dictadura argentina. Abuelas con identidad: la historia de las abuelas de la plaza de Mayo y los nietos restituidos escrito por Carla Baredes e Ileana Loterztain, seleccionado también como White Ravens en el año 2013, es un coherente intento de poner en palabras y en un formato de libro, un movimiento con marcado sentido social y político, el de las abuelas que comenzaron a buscar los nietos secuestrados y entregados en adopción durante la dictadura. Un libro que también planta cara a esa memoria tantas veces evitada, que nombra y cuenta, y lo hace, además, con rigor y, cuando la cosa se pone densa, con humor. Como las propias autoras explican a sus lectores en el prólogo:
Este libro cuenta una parte muy sombría de la historia argentina. Al escribirlo, tuvimos sentimientos muy diferentes: tristeza, admiración, enojo, emoción, confusión, alivio e, incluso, alegría (…) Hicimos el mayor de los esfuerzos por ceñirnos a la verdad, aun sabiendo que no hay una única verdad y que el debate está abierto.
Es un libro excelente para compartir con jóvenes lectores: hay mucha información y también mucha emoción. Es imposible no conmoverse con las tantas cosas que se cuentan: los encuentros entre nietos y abuelas, el coraje de estas mujeres, los datos que se ofrecen, como esas madres que, antes de separarse de sus bebés recién nacidos, los marcaban en la oreja para poder reconocerlos en el futuro. Un libro que, por suerte, cada año se desactualiza, pues de los casi 400 niños que todavía son buscados, van apareciendo con cuentagotas para ser noticia y también para recordar la importancia de la lucha colectiva y a favor de la democracia. Los capítulos organizados en dobles páginas que buscan explicar de la manera más clara todos los factores –sociales, políticos, económicos, morales y hasta ideológicos- de un tema del que prácticamente se habla todos los días. Me gusta mucho cómo el diseño integra un glosario dentro de la misma página donde se explican palabras que necesitan ampliar su significado.
Curiosamente, este libro nace después de un viaje de sus autoras a Alemania, y ellas lo cuentan así:
Surgió en un viaje, durante un curso en el que mostraban libros alemanes sobre cómo explicarles el Holocausto a los chicos. Empezamos a considerar el hecho de que las sociedades quieren entender qué pasó, y la responsabilidad de los adultos de preservar la memoria. (…) Desde el punto de vista científico es muy interesante cómo las Abuelas le exigieron a la comunidad científica que avanzara en esa necesidad concreta con la creación del banco de datos genéticos. Por otro lado, hay nuevas maneras de abordar los años de dictadura porque ahora el genocidio tiene el peso de una verdad histórica. Nos parecía que era un desafío para nosotras acercarles un libro con esta información a los chicos. Así que armamos un equipo de trabajo, tuvimos muchísimo asesoramiento, y se dieron discusiones internas sobre cómo contarlo. El resultado es un libro esperanzador. Creemos que era necesario.
También en esta editorial, Iamiqué, que se caracteriza por estar especializada en libros de no ficción, está el libro De familia en familia que refleja los cambios sociales y familiares de nuestras sociedades. El libro imita los cuadernos de principio de curso donde los niños tienen que escribir algo sobre su familia. En este cuaderno, escrito por José Nesis y Paula Szuster -ambos psicólogos infantiles- se presentan quince familias diferentes. Niños de padres separados, huérfanos, adoptados, con dos mamás, algunos que viven con la abuela, con dos papás… y así hasta un completo repertorio en el que la voz de los niños cuenta un día con su familia. El libro, además, ha sido ilustrado por quince ilustradores diferentes, creando la apariencia de un volumen con historias diferentes, hacia las que no hay ninguna valoración, sino un intento de normalizar situaciones que son reales y que los libros para niños no reflejaban.
Esta es una editorial que me gusta mucho y, aunque la mayoría de los libros son científicos, sus incursiones en libros de sociología y antropología resultan muy rigurosos, como ¿De dónde vienen esas voces? de Carla Baredes e Ileana Loresztain donde hacen una investigación sobre las canciones populares de toda América Latina: está la letra de la canción, su historia, dónde se canta y cómo se canta. Las ilustraciones de Mariana Ruiz Johnson dan alegría y dinamismo en un libro excepcional.
Pero no todo es alegría, y algunos autores también expresan sentimientos profundos como en el libro Un hueco de Yael Frankel, donde explica qué se siente ante una pérdida. Es un libro profundamente conmovedor y sencillo al mismo tiempo, que trata de apresar algo difícil de explicar. Tengo que confesar que es un libro que compran tanto mayores como pequeños.
Los libros de ideas están muy presentes en sociedades cambiantes. Mudanza de Eva Mastrogiulio y Laura Loretta nos cuenta qué es eso de hacer una mudanza: no solamente mover cajas, sino también sentimientos, expectativas y deseos.
También está presente el humor en Argentina. La ilustradora Isol nos regala un divertido libro, Petit, el monstruo donde explora el lado más íntimo de un niño que, a veces, es malo.
No quisiera que abandonáramos Argentina sin una obra fresca y divertida. Es un libro publicado en España por un ilustrador Argentino, Diego Bianki. El libro pertenece a una colección titulada Ciudades y es un recorrido muy personal por la ciudad de Buenos Aires. En lugar de una guía de viajes al uso, propone un viaje en imágenes que deja volar la imaginación. Los editores justifican esta colección diciendo que una ciudad es un libro que se lee con los pies. Y en este libro su autor pateó mucho la ciudad pues está hecho con una enorme cantidad de recursos tomados de la calle: pegatinas, cajas de fósforos, envoltorios de caramelos, recortes, etiquetas de fruta, papeles cotidianos de esos que acaban en el suelo o en una basura de donde Bianki los ha recuperado para trazar un poético imaginario de la ciudad. El libro va ordenando alfabéticamente y a dobles páginas todo un repertorio estético (y sentimental) de esa ciudad que es la suya pero que de repente nos parece que la mira con ojos de niño.
CHILE
Por seguir un poco el tema de la infancia que hemos iniciado con Argentina, un libro interesante es Niños de la poeta chilena María José Ferrada con ilustraciones de Jorge Quien. Al comenzar a leer el libro encontramos pequeños poemas, estampas poéticas que acompañan a un nombre de niño o de niña. Por ejemplo, para Paola dice:
Por primera vez vio un insecto.
Y está tan contenta, que durante toda la mañana
el corazón no le dejó de zumbar.
O Héctor
Se pregunta cómo es posible que el sonido del mar
viva en los caracoles.
Se lo pregunta toda la tarde.
Al llegar la noche se da por vencido.
Y lo anota en su lista de misterios.
Solo cuando terminamos la lectura de este libro, una especie de poética de la infancia aparece una doble página con nombres, apellidos y una leyenda que dice: Paola Andrés Torres Aguayo. Ejecutada: 3 meses. O Héctor Enrique González Yáñez. Ejecutado: 8 años. Y leemos una letra pequeña donde dice que estos niños menores aparecen en la Comisión Nacional de la Verdad y Reconciliación (más conocida como Comisión Rettig) y 32 de estos niños fueron ejecutados, y 2 permanecen todavía en calidad de detenidos desaparecidos. En este instante, el libro se transforma en una manera de contar sin narrar, en un homenaje, en un doloroso intento de reconstruir infancias rotas, una ficción –sí, la ficción permite estas cosas- en la que, por unos momentos, estos niños vuelven a la vida.
Un autor chileno muy conocido y querido en Alemania es Antonio Skármeta. A finales de los años setenta escribió un cuento llamado Tema de Clase que se publicó en el suplemento dominical de Le Monde y fue traducido en otros medios de comunicación como La Composición. Ya en los ochenta el cineasta venezolano se inspiró en él para hacer su primera película titulada Pequeña Revancha (y que se encuentra disponible en youtube). El cuento terminó en una antología hasta que en el año 2000 la editorial Ekaré lo rescata para convertirlo en un libro álbum. La historia presenta de manera sencilla a Pedro, un muchacho que vive aparentemente apartado del devenir político de la dictadura de Pinochet: es un apasionado por el fútbol, va a la escuela, y por las noches, en casa, escucha la radio con su familia. Sin embargo, en esta cotidianeidad comienza un despertar político para él. No solo porque ve cómo militares se llevan al padre de su mejor amigo, sino porque un día, un militar les hace una petición en clase de escribir una redacción con el título “Lo que hace mi familia por las noches”. Y ahí Pedro comienza a percibir una realidad que se va ampliando con conversaciones entre otros niños y que mantiene al lector en suspense hasta el final, pues Pedro solo tiene dos opciones: contar la verdad como haría cualquier niño en un acto de ingenuidad, o mentir pues la radio que escuchan por la noche es la prohibida.
Quisiera hablar también uno de los libros más impactantes del último año. Al sur de la Alameda, escrito por Lola Larra e ilustrado por Vicente Reinamontes es una historia basada en un hecho real del año 2006: la toma de escuelas y resistencia por grupos de estudiantes que se opusieron a los cambios del gobierno en el sistema educativo. De inmediato se llamó a este movimiento la Revolución pingüina, por el tradicional uniforme usado en Chile por los escolares. Fue una de las mayores protestas en la historia de Chile con cerca de 20000 alumnos manifestándose en las calles y encerrándose en los colegios. En este ambiente la escritora, Lola Larra, acababa de aterrizar en su país después de varios años trabajando como periodista en España, y llenó cuadernos de notas con todo lo que estaba pasando. Estos cuadernos dieron forma a la historia que empezó a trabajar con el ilustrador. Porque si hay algo original en este libro es que se cuenta todo a dos manos: unas cosas las cuenta el texto y otras, las ilustraciones que funcionan como páginas que no se pueden saltar. El protagonista de esta historia, Nicolás, decide quedarse en la toma de la escuela, no porque la política le interese mucho, sino porque está detrás de Paula que se va a quedar y lo ve como una oportunidad estupenda para ligar. Poco a poco, el encierro significa para Nicolás un despertar a la realidad social y política. Me parece que este libro conecta a la perfección con los jóvenes: la acción transcurre en una escuela; se muestra la vida “afuera” y “adentro” de la toma, con las tensiones típicas de los adolescentes; Nicolás escribe en un diario lo que ve; y hay una segunda voz narrativa que dota de suspense a la lectura, de alguien que está mirando lo que pasa con unos prismáticos y que no sabremos hasta el final quién es y cuál es su rol. Pero además, la prosa es ágil; la vida, moderna con redes sociales; el amor, intenso; y el foco en la psicología de los personajes son perfectos.
Pero en Chile también hay libros que hablan de nuestras cosas de hoy. La editorial Amanuta es una gran creadora de libros para todas las edades. Desde libros para los más pequeños como Estaba la rana de Paloma Valdivia, que versiona una cancioncilla tradicional, hasta Viste América, que recorre de norte a sur el continente para contarnos cómo se visten las principales culturas. Maya Hanisch es una talentosa ilustradora que consigue transmitir belleza, curiosidad y detalle en sus ilustraciones. Especialmente curioso es el Atlas americano de Alejandra Vega y Natalie Guerra, un monumental repertorio de costumbres del continente, un álbum visual con cientos de detalles sobre comidas, vestidos, fiestas y lugares de interés. La ilustradora, Sol Indurriaga, nos devuelve con sus imágenes el gusto por mirar y, por qué no, por soñar cuando contemplamos cada doble página. La editorial dice esto del libro:
En este atlas hemos querido dar cuenta de la riqueza de la historia de nuestro continente, en la que confluyen sociedades indígenas y distintas culturas migrantes de Europa, África y otras partes del mundo. Para expresar la experiencia de los habitantes de un continente tan diverso en paisajes y gentes como el americano, estos mapas muestran dimensiones de la geografía física, política y económica; las que comúnmente reconocemos en los mapas que vemos. Pero también se puede encontrar en ellos temáticas como la ecología, las lenguas, las costumbres y las actividades cotidianas, las tradiciones patrias, personajes de la historia y cultura popular, el patrimonio material e inmaterial y los desafíos sociales y medioambientales. Este libro ha sido pensado desde sus inicios como un libro para toda edad.
El mundo de la edición en Chile ha crecido y se ha renovado en los últimos años. Los libros para niños tienen una excelente calidad y pueden estar presentes en ferias internacionales: cuentan cosas de nuestros países pero lo hacen tan bellamente que interesan a otras culturas. Es lo que pasa con el libro Animales americanos a mano un completo libro para armar y crear animales que Guadalupe Rodríguez consigue que den ganas de montar estas pequeñas esculturas con materiales que tenemos a la mano.
BOLIVIA
Muy cerca de estos países está Bolivia, de quien traemos una única novela escrita por la española Paloma Bordons. En La tierra de las papas una adolescente española, María, viaja con su papá a Bolivia, encargado de un proyecto de energía solar en el altiplano. Ambos alquilan un departamento en un rascacielos en La Paz, lo que hará que María se aísle frente a una realidad que no comprende: una lengua que no entiende del todo, maneras y modos de ser muy diferentes a los suyos y el desgarro de estar lejos de su país. La amistad que surge entre ella y la muchacha que va al apartamento a ayudarles, le permitirá entender y encariñarse de ese país.
Tengo que hacer una confesión: hay países donde no he encontrado libros que me interesaran para esta selección. No digo que no existan, pero lamento no poder mostrar libros de calidad y comprometidos de países como Perú, Ecuador, Paraguay y Centroamérica.
Sí hay material abundante, y me ha tocado hacer una gran selección, del siguiente país según nuestra ruta ascendente:
COLOMBIA
En Colombia deberíamos erigir un par de monumentos a una escritora, Irene Vasco, que tiene una excelente producción de libros en los que aborda de manera muy variada aspectos de la cultura de su país. La verdad es que todos sus libros son muy recomendables y me ha costado un poco hacer la selección. Irene publicó hace varios años un libro valiente, Paso a paso, con el que confrontaba a sus lectores al tema de los secuestros. La niña protagonista, Patricia, relata cómo su papá es secuestrado y lo que ello implica en su familia, empezando por la madre que no paga el rescate para no someterse a la tiranía de los secuestradores. Una realidad muy habitual en Colombia que ha tenido épocas con hasta 3000 personas secuestradas.
Pero Irene Vasco, debido a sus constantes viajes por el país, ha aprovechado la riqueza de éste para hacer dos sugerentes libros informativos para niños y jóvenes. Lugares fantásticos de Colombia y Ciudades históricas de Colombia se presentan como auténticas guías de viaje en las que muestra cultura, historia, leyendas, folclore, comidas y maneras de ser. Porque cualquiera que haya estado en Colombia sabe que el país tiene una inmensa y variada riqueza. Además de estos dos libros, publicó otro histórico, La independencia de Colombia… así fue presentando cómo era Colombia en tiempos de la dominación española.
Complemento de este libro es el de la periodista y escritora Pilar Lozano: Así vivo yo. Colombia contada por los niños, fruto de sus muchos viajes por el país debido su trabajo en los que aprovechó para conversar con niños de diferentes latitudes. Es un viaje por Colombia construido desde la vida de niños y niñas, tal y como indica la autora en el prólogo. Los de tierra caliente, los indígenas nukak o makus con su propia lengua; las niñas del Pacífico; o los niños del café. Los niños cuentan en primera persona cómo es su región y cómo viven, para detallar costumbres como juegos, tradiciones, fauna, flora, y detalles de la vida cotidiana.
No puedo dejar de mencionar al ilustrador con mayúsculas de Colombia, Ivar da Coll. De ascendente italianos y con mucho gusto por lo clásico y las historias bien contadas, Ivar consigue conectar con sus libros con una infancia atemporal mientras no pierde de vista el país donde vive. Y así es la deliciosa serie de Chigüiro, donde pone como protagonista a este simpático animal que, con texto o sin él, tiene aventuras memorables. Pero también presenta historias con mucho humor, como ¡No, no fui yo! donde tres personajes se van de excursión, se lo comen todo y, cuando regresan a casa, cada uno tiene, digamos, un accidente: uno se tira un pedo, el otro un eructo y al tercero se le escapa un moco. En cas ocasión aseguran no haber sido ellos (¡No, no fui yo!) y justifican su desliz con una especie de monstruo que acecha. Al final, se van a dormir tan contentos y los monstruos están presentes encima de su casa.
Pero Ivar también ha tenido sensibilidad para las cuestiones de su país, como lo desplazados. En Tengo miedo, la eterna historia de un niño atemorizado antes de dormir, se convierte en una alegoría que presenta a todas aquellas personas que han sentido miedo por tener que desplazarse o dejar sus hogares. La exquisita ilustración, rica en detalles, pasea por nuestros ojos que parecen hechizados por la profundidad de la historia.
También viene de Colombia, aunque su autor, Jairo Buitrago, es mexicano, el libro Eloísa y los bichos, ilustrado con mucho acierto por Rafael Yockteng. Un libro que podríamos decir se ajusta a lo que entendemos por un álbum. Un libro que no se entiende si no se miran las imágenes mientras se lee el texto. Es la historia de una niña que llega de nuevas a un sitio y se siente extraña, o más bien, siente que todo alrededor son bichos raros. Creo que es una situación que muchos de los que estamos aquí hemos vivido. El libro muestra la evolución de la niña que vive sola con su papá, deja ver algo del pasado que dejaron atrás, y no pierde la esperanza.
VENEZUELA
Y de Colombia damos un salto a Venezuela, un país en el que ahora mismo la edición de libros para niños es casi inexistente. Pero no quisiera dejar de recomendar dos libros de una de las editoriales más relevantes nacida en ese país (aunque ahora está radicada en otros países). La editorial Ekaré, que lleva más de 35 años haciendo buenos libros para niños. Uno de los libros más emblemático de su catálogo es La calle es libre. Es un libro muy antiguo pero de rabiosa actualidad. Escrito por Kurusa, pseudónimo de Carmen Diana Dearden una de las fundadoras de la editorial, surge de las actividades de promoción de la lectura que llevaban a cabo en un barrio marginal. El título hace referencia a lo que los niños gritaban cuando los coches que pasaban les impiden jugar. Bajo este lema surge un movimiento de niños que quiere cambiar las cosas y reclaman un lugar para ellos. La biblioteca del lugar es el espacio donde se reúnen y en donde encuentran apoyo para hacer realidad su sueño. Un libro premiadísimo que da espacio a esa palabra tan extraña hoy en día, utopía, y a la fuerza de la gente. Un libro, además, en el que las ilustraciones de Mónica Dopper se complementan a la perfección con el texto.
De esta misma editorial, hay un libro que me encanta. Un libro moderno que combina perfectamente la tradición con la modernidad. Cuéntame, de Ana Palmero Cáceres. Y digo que me encanta porque bajo la apariencia de un libro de números se esconde un potente concepto. La ilustradora ha tomado motivos de las cestas tradicionales del Amazonas y ha montado con ellas un elegante volumen. No es de extrañar que recibiera muchos premios y haya publicado dos libros más con este concepto.
Esta editorial ha sido también una de las más importantes recopiladoras de cuentos tradicionales: El cocuyo y la mora, El conejo y el mapurite, o La gran canoa conectan a niños de hoy en día con historias del pasado que circulan de manera oral.
También tengo que mencionar el libro Niña bonita de la brasileña Ana María Machado con ilustraciones de Rosana Faría. Este fue el primer libro donde aparecía una niña de color. Una niña que exploraba su piel y su color buscando su identidad. Es un libro de gran belleza aunque hayan pasado muchos años: belleza de ilustraciones pero también de un tema que no pasa de moda y que nos muestra que la literatura infantil se adelanta a su tiempo en muchas ocasiones.
Seguimos por el trópico y nos vamos a
CUBA
Los libros que voy a recomendar aquí han sido publicados fuera del país. La primera novela, Kike, es un clásico de esa realidad tan cubana: niños que viajan a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades. Estamos en los años 60, en la operación conocida como Peter Pan, donde miles de niños fueron enviados al país vecino. Jesús y su hermano mayor viajan al país de los sueños donde vivirán con diferentes familias y sentirán que los sueños no siempre se cumplen en la realidad. El drama de la supervivencia se mezcla con el desarraigo y la nostalgia en una novela relatada en primera persona. De esta autora es también la novela La jaula del unicornio donde relata la historia de María, una niña hondureña cuya madre emigra ilegalmente a Estados Unidos. Los seis años que transcurren hasta que se pueden encontrar son vividos como un drama por la adolescente mientras las narraciones de la madre, la abuela y la suya propia se van entrecruzando para mostrar una realidad con muchas caras.
El otro libro que me gustaría recomendar es de un escritor cubano, Enrique Pérez, que vive en Cuba. Las cartas de Alain está escrito desde dentro de la isla, en un pueblecito donde Arturo ve cómo su mejor amigo, Alain, sube con su familia a una balsa para viajar a Miami. Con cartas que nunca sabe si su amigo leerá y esperando las que él nunca le enviará, y con una enorme tristeza, va relatando sus momentos juntos, así como la desolación y la incertidumbre de los que se quedan mientras piensa en el, tal vez, desgraciado destino de su amigo. Un asunto raramente abordado en la bibliografía cubana.
MÉXICO
Llegamos a México, enorme país lleno de tradiciones y culturas, y de marcados contrastes sociales y culturales. México es, gracias a sus políticas gubernamentales, uno de los países que desde hace años trata de mostrar a los niños esta variada riqueza, pero también sus numerosas aristas. Podríamos hacer un congreso entero con la bibliografía mexicana, pero me he limitado a unos pocos libros para empezar. Y, por seguir el hilo de las migraciones que hemos dejado en Cuba, México no se queda atrás en el tema de ciudadanos que llegan a Estados Unidos. El libro que les quiero presentar se titula, sin ambages, Migrar. En el libro Migrar de Juan Manuel Mateo y Javier Martínez Pedro, los autores relatan el viaje de una niña y su familia a los Estados Unidos. Los que conocen la realidad no se sorprenderán al ver unas imágenes muy elocuentes de lo que es un viaje lleno de peligros e incertidumbres. Con este papel, -dicen los autores- contamos la historia de los que sí llegan, para no olvidar que hay mujeres, hombres y no sabemos cuántas niñas y niños que desaparecen o mueren en el camino. El relato de la niña, un breve e ingenuo discurso infantil, se complementa con un precioso dibujo hecho a la manera de las antiguas historias contadas sobre papel amate, lleno de detalles, en un libro que se despliega como un acordeón. El libro, por cierto, ha merecido numerosos premios y, de manera sorprendente, ha sido traducido a varios idiomas. En Francia, incluso, hay una edición en la que el papel se enrolla como los códices antiguos.
Y de Códices también me gustaría hablar pues hay una colección destinada a jóvenes que se titula Para leer los códices y en ella aparecen títulos como Los días y los dioses del Códice Borgia, o guías de lectura como Para leer La tira de la peregrinación. La historiadora Krystyna Libura nos lleva de la mano por el intrincado laberinto de símbolos y señales que contienen los códices. Se trata de auténticos manuales con carácter divulgativo que nos introducen en la historia del códice, su devenir (el Borgia está en una biblioteca en Austria) y cómo los investigadores han conseguido desentrañar su significado. Las guías, además, contienen numerosas preguntas y ejercicios de escritura para poner en palabras las imágenes.
Un libro-objeto que me encanta es la Lotería fotográfica mexicana de la fotógrafa norteamericana afincada en México, Jill Hartley. El libro es una caja con diez cartones, y 54 cartas de una baraja fotográfica con dos caras: una fotografía en blanco y negro y, al reverso, una copla o refrán. El juego es simple: basta una superficie plana, unas judías o botones para ir marcando los cartones según aparecen las imágenes, y participantes que se turnan para cantar los versos mientras los demás buscan las imágenes correspondientes. Las fotografías pertenecen al imaginario mexicano, las coplas, también. El adobe, el músico, el camión, la tortilla, el papalote, el borracho, el diablito, la muerte, etc. Muchas de ellas son una metáfora del objeto: la pera es una bombilla, el avión una sombra, el presidente es de piedra. Ya aquí nos propone el sabio arte de mirar las cosas de otro modo. Un libro para jugar escuchando coplas como esta que se convierten en adivinanzas visuales:
Del cielo cayó un bistec,
untado de mantequilla,
y en cada esquina decía:
«cómetelo con tortilla»
Mostrando una realidad más dura y descarnada es el libro No hay tiempo para jugar, de la socióloga Sandra Arenal. A partir de entrevistas realizadas a niños trabajadores de Monterrey se recopilan 50 retratos de niños con infancias partidas, para los que lo más urgente es, a veces, conseguir una comida al día. Vendedores de periódicos, buscadores en las basuras, mineros incluso. Según los editores, para no mostrar de manera anónima los textos se le pidió a la ilustradora Mariana Chiesa que realizara, a partir de apuntes, notas y fotos, imágenes hechas con grabados. Es un libro muy interesante e inusual en el panorama de la edición, pues el género de la crónica se muestra aquí con todo su sentido: para mostrar, para denunciar y dar voz a esta infancia desposeída.
Pero me gustaría terminar el paseo por México con un libro divertido que nos acerca a la vida cotidiana y culinaria. Vamos a comer… ¡bichos! de Judy Goldman es un entretenido paseo por la cocina con insectos, lleno recetas y curiosidades históricas y hasta biológicas de bichos como los gusanos de maguey, los famosos chapulines, los escamoles y hasta las cigarras. Todo un reto de lectura para jóvenes de otros países.
ESPAÑA
Bueno, ya tenemos que abandonar América Latina para ir a España. En España finalizaremos este singular viaje literario. Tampoco ha sido fácil aquí hacer la selección. A nuestros escritores para niños y jóvenes les resulta más fácil hablar de Siria que de su propio país. Aunque, bien pensado ¿por qué deberían escribir sobre su realidad más cercana? Para no perdernos demasiado (en realidad, para no perderme yo) elegí dos criterios que seguramente les van a interesar también a ustedes: la guerra civil con algunas de sus consecuencia, y un género muy querido por los jóvenes: el cómic. Y con estos requisitos me gustaría presentarles cinco libros.
Un largo silencio, de Miguel Gallardo está basado en las conversaciones que tuvo este ilustrador con su padre, Francisco Gallardo Sarmiento, y los recuerdos de éste en su participación en la guerra civil española. Una historia emotiva y un sobresaliente trabajo gráfico que nos regaló este emblemático ilustrador conocido en revistas ya señeras como Makoki o Víbora.
Un personaje de actualidad cuando hablamos de la guerra civil es el poeta Federico García Lorca. En el libro La huella de Lorca, Carlos Hernández ha optado por ofrecer un caleidoscopio del personaje a través de los recuerdos de quienes le conocieron. Doce miradas llenas de afectuoso recuerdo, de cariño y amor, de diversión y también de amistad.
Muchos de estos libros están basados en experiencias personales de los ilustradores, como en El arte de volar de Antonio Altarriba donde homenajea a su padre, suicidado en el año 2001 quien nunca logró superar las secuelas de la guerra civil. Con su recuerdo aparece una España no muy lejana, llena de miserias y desencanto.
Carlos Giménez es un ilustrador a quien ya conocimos en su excelente serie de niños en un hospicio durante la dictadura. En 36-39 malos tiempos, enfoca su trabajo en esos años donde no quiere ahorrar a los lectores el dolor, el odio, la muerte y la destrucción. Este es el primero de una serie de libros que mantiene al lector con el corazón encogido porque no le ahorra detalles de un momento de historia que pocos tienen interés en recordar.
Más comedido en sus objetivos es el libro Nuestra guerra civil de El Cubri, quien opta por presentar diferentes voces con variadas experiencias para explicar a los más jóvenes las diferentes aristas de aquel tiempo. Cada historia va acompañada de información que permite situarla en su contexto.
Y, por último, un cómic de nuestro celebrado autor Paco Roca. En El invierno del dibujante nos encontramos en plena dictadura en el año 57. A partir de un hecho real: la historia de la revista Tío Vivo, presenta la situación social de la España de la época y lo hace con ilustraciones realistas que reflejan una fantástica ambientación y un tono narrativo que alterna diferentes espacios temporales. Paco Roca, en la presentación de este libro, dijo que es la historia que siempre quiso contar, un homenaje a aquellos dibujantes que leyó de niño y le inspiraron para ser un ilustrador.
Dejo para el final el trabajo de un escritor norteamericano que vive en España y publica en editoriales de todo el mundo hispanohablante. Lawrence Schimel es un ejemplo de cómo la edición, da igual el país, basa su trabajo en autores e ilustradores con talento, sin importar su lugar de nacimiento o resistencia. Es habitual encontrar en editoriales argentinas a autores chilenos, o en las de México, a colombianos y así un largo etcétera, por no hablar de las traducciones. Si traigo a esta charla a Lawrence es porque ha escrito con mucha sensibilidad sobre temas contemporáneos. En ¡Vamos a ver a papá! La niña protagonista se prepara para un viaje definitivo a otro país (probablemente Estados Unidos) porque la familia va a reunirse. La preparación de la maleta, la despedida de la abuela y todos los pensamientos que asaltan su cabeza están reflejados con ternura y cariño. No es banal que la ilustradora, Alba Marina Rivera, sea una cubana que vive desde hace muchos años en Barcelona.
El otro libro, Qué suerte tengo, se centra en la relación de dos hermanos. Y es una relación muy particular, pues uno de ellos es ciego y al hermano vidente le fascinan algunas cosas que puede hacer su hermano (como leer con la luz apagada o tener un perro), él no. Un libro que me gusta por la delicada ilustración de Juan Camilo Mayorga, por poner por escrito una realidad muchas veces alejada de los libros, por su carácter positivo y por la valentía de unos editores colombianos de incluirlo en su catálogo con una edición especial, pues lleva algunas páginas con texto en braille.
Hubiera hablado de cuarenta libros más, pero ojalá que esta modesta selección les de algunas pistas para conocer algo mejor la producción en nuestros países.
*El seminario es una producción de Kulttuurikeskus Ninho ry. La presencia de Ana Garralón ha sido posible gracias a los auspicios de la Embajada de España en Finlandia, Cancillería Española, Instituto Iberoamericano de Finlandia y Annantalo.